Por fin daban buen tiempo y podíamos desentumecer los músculos y las
motos. Hacía tiempo que queríamos hacer una ruta por el Bierzo y el Valle
del Silencio. Así que el sábado salimos
desde Oviedo : Isabel, Pepe, Paz, Pablo, Sebi, Vallina, María y yo.
Nuestra primera parada, fue en Hospital de Orbigo,sobre cuyo magnífico
puente del siglo XIII, de 19 arcos, protagonizó un caballero leonés, en el
siglo XV, uno de los últimos torneos medievales. Está enclavado en la antigua
calzada romana que iba desde León hasta Astorga. Cada año, se celebran unas
Justas medievales, para recordar esta gesta.
Tras tomar un tentepié en Casa María Palos, continuamos hacia Ponferrada
para comer en la Taberna del Sil: pulpo con cachelos, churrasco de ternera,
cerdo y criollo, y mousse de limón, todo acompañado de vino del Bierzo y
licores artesanos.
Desde aquí ya nos dirigimos hacia el Valle del Silencio. El paisaje que
nos ofrecía este recorrido, nos produjo un gran relax, disfrutando de las
cristalinas aguas del río Oza, a través de una sinuosa carretera de montaña,
rodeada de frondosos bosques de robles, con cascada incluída, e ideal para
calmar las ansias de curvas que teníamos todos.
Tras pocos km. llegamos a nuestro destino: Peñalba de Santiago, un
pequeño pueblo de gran encanto, declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien
de interés cultural con categoría de Conjunto Etnológico. Está situado a la
sombra de Peña Alba, que le da el nombre, a más de 1000 m. de altura.Pasear por
él, es como atravesar el túnel del tiempo.
Este es un pueblo con sabor, cuyas
amontonadas casas,cubiertas de pizarra y piedra, con balconadas de
madera en forma de corredor y escalonadas hacia el valle, hacen que conserve un
ambiente medieval.
Las casas se apiñan en torno a la Iglesia, uno de los más importantes
monumentos de arquitectura mozárabe en España, único resto del monasterio
fundado por san Genadio en el siglo X. Es pequeña, con planta de cruz latina, muros de mampostería de pizarra y caliza y una puerta de estilo mozárabe,
con dos arcos de herradura, sobre tres columnas de mármol, en la portada de
mediodía.
La portada norte es visigoda y en su jamba hay una inscripción funeraria
de un abad francés.
Adosado al muro norte, se encuentra el único resto románico: un lucillo
funerario del siglo XII, que la tradición identifica como el sepulcro del abad
San Fortis.
Y el interior del templo posee un retablo
mayor de estilo barroco , varios retablos con otras imágenes como la de San
Genadio y restos de pintura mural decorativa.
Todavía hicimos una parada para admirar la cascada a la orilla del
camino, unos 100 m. antes de llegar al pueblo.
Después del relajante paseo, volvimos hacia Ponferrada para subir al mirador
de Orellán y ver el panorama de Las Médulas a la puesta del sol, especialmente
bello y misterioso. Declaradas por la Unesco patrimonio de la Humanidad,este es
un paraje increíble, una obra gigantesca de la ingeniería romana, para extraer
el oro de las montañas, mediante el procedimiento conocido como “ruina
montium”.Desde aquí se observa la salida de una de las múltiples galerías
excavadas en la montaña, un balcón natural a bastantes metros de altura.
Tras empaparnos un poco de esa luz volvimos a Ponferrada. Tuvimos una
pequeña complicación, ya que el hotel rural que habíamos reservado, ni siquiera
estaba abierto (sin comentarios), pero no tuvimos problema para conseguir
habitación en el Hotel El Castillo, en pleno casco antiguo de Ponferrada a 50 m.
del Castillo de los Templarios.
Nos instalamos, y después de cenar, fuimos a disfrutar un poco de la
Ponferrada nocturna, paseando por sus calles, para terminar tomando una copita
en la sala Tararí, donde las chicas dieron rienda suelta a sus ansias de baile.
Volvimos pronto al hotel, porque al día siguiente teníamos otra ruta por
delante.
El domingo madrugamos y fuimos a desayunar a una churrería que nos había
gustado mucho, frente al castillo, Godivah; y mientras nosotros veíamos a
Fernando Alonso, las chicas fueron a visitar el Casco Antiguo, esta vez de día.
Ponferrada es la capital de la comarca del Bierzo y uno de los lugares de
parada del camino de Santiago. Protegiéndola, se alza el imponente castillo
Templario, declarado monumento Nacional Histórico Artístico, situado en una
colina, en lo que posiblemente fue un castro celta. El rey concedió la villa a
los caballeros de la Orden del Temple y ellos controlaban desde el castillo el
devenir de los peregrinos que necesitaban protección o un lugar donde
restablecerse.
Un poco más arriba se
encuentra la Basílica de Nuestra Señora de la Encina, de estilo renacentista.
Cuenta la leyenda, que la Virgen fue encontrada por caballeros templarios en el
interior de una encina y poco después comenzó a construirse la basílica en su
honor. La Virgen es la patrona del Bierzo.
La antigua ciudad medieval, tiene su centro turístico en la calle del
reloj, con una torre del siglo XVI, levantada sobre una de las puertas de la
antigua muralla. Esta calle desemboca en la Plaza de las Eras donde está el
Ayuntamiento de estilo barroco y la estatua del barquillero, vendedor ambulante
muy querido en la ciudad.
También hay varios museos como el de la radio, en la Casa de los Escudos…
Decidimos seguir el camino, porque aún queríamos ver muchas cosas.
Pasamos por Molinaseca, un oasis en el camino de peregrinos y visitantes. El
río Meruelo de aguas cristalinas, discurre bajo el Puente de los Peregrinos,
románico,de siete arcos.
Continuamos por El Acebo, pueblo de calles estrechas y empinadas, con
casas a base de solanas y corredores de madera. Y a la salida tomamos el desvío
a Compludo, para ver su famosa herrería, del siglo VII, y que todavía funciona,
declarada Monumento Nacional.Conserva parte del mazo movido por una rueda
hidráulica y la fragua.
Por desgracia no funcionaba hasta nuevo aviso. Pero la visita mereció la
pena, porque el acceso a la herrería, transcurre por un sendero paralelo al
río, entre abundante vegetación. El vigilante nos dijo, que era como la nuestra
de Taramundi.
Subimos de nuevo a las motos y nos dirigimos a la Cruz do Ferro, que
despide las tierras bercianas y da paso a la comarca Maragata. Esta cruz saluda
al peregrino, que debe tirar una piedra dándole la espalda, con la esperanza de
que el deseo pedido se cumpla. En su origen, este palo con la Cruz de hierro,
señalaban el camino a los peregrinos, cuando la nieve lo ocultaba. En lo alto
del puerto hay ahora una capilla dedicada al apóstol Santiago.
Como no podía ser menos, nosotros dejamos nuestras piedras entre todas
las que allí había, con nuestros nombres y la fecha.
Desde aquí ya nos
dirigimos a Astorga. Primero paramos a comer el cocido maragato, en Casa
Maragata II, que se caracteriza porque se sirve al revés: primero las carnes,
diez variedades,y el tradicional relleno; luego el cocido:garbanzos, repollo y
patatas y por último la sopa. De postre natillas con bizcocho y queimada,
preparada delante de nosotros.
Tras la “frugal” comida, comenzamos la visita a Astorga, capital de la
maragatería y una de las ciudades más emblemáticas de la provincia Leonesa.
Encrucijada entre el Camino de Santiago y la Vía de la Plata.Conserva muchas
huellas de sus orígenes romanos(muralla,domus , etc…).
Tiene un gran Patrimonio histórico y monumental: La Catedral de Santa María,mezcla
de varios estilos.
El Palacio Episcopal de Gaudí, de estilo modernista,símbolo
de la ciudad y actualmente Museo de los caminos.
El Ayuntamiento ,del siglo
XVII, es de estilo barroco y su espadaña, acoge a los maragatos, Colasa y
Zancuda que golpean con mazos la campana, dando la hora.
La Plaza mayor es cuadrangular y
está asentada sobre lo que pudo ser el Foro Romano.
Es una ciudad perfecta para perderse entre sus calles y sentir un pasado
que sigue vivo en sus murallas y casas señoriales.
Antes de llegar al Ayuntamiento encontramos la plaza que da nombre a la Iglesia de San Bartolomé,
frente al Museo Romano, con su torre un poco descentrada, sede de la Hermandad
de los Caballeros del Silencio.
Cerca se encuentra la Plaza del general Santocildes ,presidida por el
Monumento de los Sitios,en memoria de los caídos en la guerra de la
Independencia.
Y por todas las calles numerosas tiendas para comprar las típicas
mantecadas, los chocolates y los embutidos, entre otras cosas.
Se estaba haciendo tarde, así que tras un café, emprendimos el camino de
vuelta. Paramos en Casa Ezequiel en Villamanín, para reponer fuerzas y ya tras
bajar Pajares a buen ritmo, llegamos a casa.
Fue un viaje muy guapo; 585 km. en muy buena compañía; como siempre
quedaron cosas sin ver, pero esperamos hacer alguna otra escapada…
Una gran ruta¡¡¡ Me has recordado dos lugares a los que hace tiempo quiero ir... espero poder visitarlos ahora con el buen tiempo ;)
ResponderEliminarSe te echaba de menos..
Abrazotes.
Gracias SLOW RIDER
EliminarLa verdad es que todo el invierno salí muy poco y salidas cortitas esta es la primera que organizamos de fin de semana.
La siguiente ya tenemos destino Orbaneja del Castillo,si no lo conoces échale un ojo te encantara
Un fuerte abrazo
Jejeje para esa se están cocinando los planes.. también aprovecharemos para ver los Cañones del Ebro ;)
EliminarAbrazotes.
Buen viaje con visitas a ciudades con mucha historia.
ResponderEliminarGracias por compartirlo
V´´ss...
Gracias Paco, me alegro de que os guste
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