domingo, 12 de diciembre de 2010

POR TIERRAS CHARRAS

Nos disponíamos a pasar un fin de semana  en compañía de nuestros amigos de Zamora, que nos iban a hacer de “cicerones” por tierras de Castilla; así que salimos de Oviedo por la tarde, María, Pablo, Pando y yo, un poco preocupados por si nos pillaría alguna tormenta de las anunciadas.
Unos nubarrones nos amenazaron por el camino, pero dejamos la lluvia detrás y llegamos a Zamora con una temperatura muy agradable y allí nos esperaba José Luis, quien nos llevó hasta Villa Katy, donde nos prepararon una riquísima barbacoa de bienvenida.
La velada era muy agradable, pero nos acostamos pronto, ya que al día siguiente íbamos a realizar una ruta larga.
Tras recoger a Casas y Fran, que llegaron el sábado, nos dirigimos hacia Guijuelo, nuestra primera parada, para degustar un riquísimo jamón, con una cervecita, como no podía ser de otra forma; En esta población se encuentra la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Guijuelo, creada hace más de 20 años y pionera en el sector del jamón. Por donde camines, encuentras Secaderos naturales, con los jamones colgando a la vista y un olorcillo que tienta a los estómagos más débiles.
Tras el refrigerio, nos dirigimos a Candelario, un pueblo de montaña con un encanto especial, por la  arquitectura típica de sus calles y edificios, muchos de los cuales aun conservan su estructura original, con tres niveles; antiguamente, el último de los pisos se destinaba al desván, donde, con el humo de la madera de castaño, se curaba la matanza. Además, por todas las calles discurren canales de agua o “regaderas”, cuya finalidad era mantener limpias las calles durante la matanza.
Otra de las singularidades de la villa son las batipuertas, existentes en la entrada de casi todas las viviendas. Se supone que su función era  la de evitar la entrada de la nieve en las casas, al tratarse de un pueblo de montaña, y además  permitían la entrada de la luz para trabajar pero no la de los animales.
Al lado de la Oficina de Turismo, hay un poyo de un hórreo, donado por la Orden de los Sabadiegos de Noreña, en recuerdo de los pastores asturianos que se supone que fundaron esta Villa.


Tras pasearnos por el pueblo un rato, nos dirigimos a nuestro siguiente destino, donde además íbamos a comer: San Martín del Castañar. Es uno de los conjuntos históricos de Salamanca, declarado así en 1982, en pleno parque natural de Las Batuecas-Sierra de Francia; en un espacio privilegiado que ha merecido la reciente catalogación como Reserva de la Biosfera.
Nos dirigimos hacia la Plaza Mayor, donde está el Ayuntamiento; más o menos en el centro, está la vieja Fuente del Cubo o “Pilón”; De camino hacia la Iglesia, encontramos sólidas construcciones de entramado serrano, algunas de ellas  adornadas con blasones o con elementos de cantería en dinteles y jambas que señalan su antigüedad. La calle se abre a una sencilla plazuela dominada por la esbelta espadaña de la iglesia parroquial; seguimos hacia el antiguo castillo y pronto alcanzamos la plaza de toros en la que se observan sencillos burladeros de piedra, una de las más antiguas de España y con una forma como yo no había visto ninguna; las primeras referencias datan del siglo XVII. Esta explanada antecede la entrada al castillo del siglo XV, fortaleza protegida por un doble recinto amurallado y es la parte más elevada del pueblo.
Volviendo hacia norte del pueblo, hay un parque al que se llega a través de un puente Romano, sobre el río Francia, atravesado por una calzada romana.
Por fin nos sentamos a comer en el Mesón de San Martín, situado en la Plaza Mayor: papas meneadas, tostón ( cochinillo), pluma ibérica y tarta de queso…Buenísimo….Pero¡a ver como nos íbamos a colocar en la moto para seguir la ruta!...


Tras la comida y un breve descanso, seguimos camino hacia la Peña de Francia, una montaña que se alza a1.723 m de altura, y una de las montañas más altas de la Sierra de Francia .La carretera es estrecha y sinuosa, ideal para curvear con la moto, aunque a alguno seguro que se le cayeron los empastes…pero al llegar arriba, nos encontramos con el Santuario, donde se venera la Virgen Negra, una Hospedería del siglo XV restaurada y unas vistas maravillosas desde la plaza donde está el inmenso y original reloj de sol: el rosario de pueblos que rodean el Valle de las Batuecas.

Tras disfrutar de las vistas, decidimos regresar, puesto que nos quedaban varios kms. Y teníamos que llegar para cenar en una típica bodega Zamorana  en El Perdigón, pueblo situado a unos 11kms. de la capital.
Llegamos sin novedad y después de cambiarnos, nos dirigimos a El Perdigón. El pueblo pertenece a la zona conocida como "Tierra de el vino", y en él, antiguamente se producían grandes cantidades de vino debido a los numerosos viñedos que existían en el lugar. Hoy poco queda de aquellas vides, pero si se conservan buena parte de las bodegas, actualmente transformadas en lugares de tapeo .
Nosotros cenamos en “Los Yugos”, un lugar pintoresco, lleno de herramientas de labranza y otros utensilios antiguos a modo de museo, en el que los respaldos de los asientos eran cabeceros de camas. Estaba todo muy, pero que muy, bueno.






Y para terminar la velada nos fuimos a un karaoke para dar rienda suelta al arte musical de algunos y recolocar los huesos,bailando otros…
Al día siguiente comienza el viaje de vuelta; pero todavía teníamos unas visitas sorpresa que Pablo nos tenía reservadas.
Hacia el medio día llegamos al Monasterio de Moreruela; fué un monasterio cisterciense construído entre los siglosXII y XIII, y situado en las cercanías de Granja de Moreruela,  dentro de la provincia de Zamora,  en la comarca deTierra de Campos. Fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931. Es precioso, a pesar que solo quedan restos. Se conserva parte de la Iglesia, las ruinas del claustro y la Sala Capitular, entre otras cosas…La primera impresión no es la mejor que ofrece este lugar. El mayor atractivo está en la cabecera de la iglesia, en sus ábsides, nada menos que siete, dispuestos de forma escalonada , y en su girola.
El color cobrizo, casi anaranjado, de sus piedras proporciona a Moreruela un aspecto impresionante de una belleza singular.
Abandonamos con pena este lugar mágico y nos dirigimos a las Lagunas de Villafáfila; la mejor época para ir es en invierno, para contemplar los millares de aves migratorias que anidan en estos parajes un año tras otro.
Llegamos al Parque de Fauna y comenzamos la ruta por el camino señalado hacia las lagunas; de vez en cuando paramos en algún observatorio para verlas mejor. En esta época hay pocas aves, pero aún así vimos varias especies de ánsar, azulónes y alguna cigüeñuela…
Como se acercaba la hora de comer, seguimos hasta Santa María del Páramo y saciamos nuestro mal en La Zíngara, un restaurante muy agradable a donde nos llevó Casas, que se marchó en seguida porque iba a trabajar.
 Nosotros continuamos tranquilamente y paramos en casa de los padres de Pablo, en Villoria de Orbigo. Visitamos el pueblo bajando hasta la presa del río Orbigo, que forma una piscina en la que la gente se baña en verano y tomamos un café en el Reguero Moro, un antiguo molino, junto a una chopera a las afueras del pueblo, para seguir directos hacia Oviedo.

En total unos 1000 kms, que nos supieron a poco y nos dejaron con ganas de ver más, con excepción de algunos, que creo que aguantaron con paciencia infinita las sesiones de fotos y las visitas…

El resto de las fotos pinchando el enlace