jueves, 14 de junio de 2012

VIAJE POR LA REGION DE BEIRA EN PORTUGAL

 “ O VIAGEM DAS IMPERTINENCIAS”



Aprovechando que el día 29 de mayo era Martes de Campo, cogimos un superpuente y nos fuimos de viaje a Portugal, una ruta que hacía tiempo habíamos proyectado: por la región de Beira.

Salimos el sábado ; íbamos Oscar, Pablo, Orfe, María y yo. Nuestra primera parada, en Villamanín para desayunar y después a comer en Perdigón, Zamora, en el mesón del Labrador. Aquí nos encontramos con un grupo de Avilés que celebraban una despedida de solteros, de bodega en bodega.



Después de reposar la comida, seguimos hacia Fuentes de Oñoro en la frontera y aprovechamos para llenar los depósitos, porque en Portugal, no está precisamente barata la gasolina.

Nuestra primera visita fue a la villa fortificada de Almeida a unos 7 km. de la frontera. Sus murallas y todo el complejo defensivo, son espectaculares. Vista desde el cielo, la fortaleza, declarada Monumento Nacional, tiene el aspecto de una estrella de doce puntas, de unos 2,5 km de perímetro. En sus murallas destacan 6 baluartes perfectamente conservados. Se puede acceder a la villa por dos puertas: la de Santo Antonio en el norte y la de San Francisco o Puerta de la Cruz.



                          (Imagen tomada de Internet)


Es una de las fortalezas más interesantes, porque se observa muy bien la técnica del hexágono del ingeniero militar de Luis XIV, Vauban. Cada ángulo del polígono es un baluarte en forma de lanza y entre ellos se elevan otros más pequeños, los revellines. Esta configuración en estrella, permitía hacer el cruce de tiro durante la guerra.

En lo más alto de la villa están la Iglesia con la Torre del reloj y el depósito de agua y a lo largo de la villa calles y rincones muy bonitos.


En uno de los baluartes, está situado O Picadeiro D´el Rey, originalmente una oficina de artillería del siglo XVII, y ahora una picadero.

Después de disfrutar por las calles de Almeida, seguimos hacia Covilha, donde teníamos el hotel y que sería nuestra base de operaciones: el Hotel Santa Eufemia.

Covilha es la Puerta de la Serra da Estrela ; es una ciudad universitaria, que está en una colina y cuya diferencia de altitud se traduce en miles de cuestas empinadas y escaleras para acceder de la parte más vieja en la zona alta a la nueva en la zona baja. 
En el corazón de la ciudad está la PlaÇa do Municipio, donde antiguamente hubo un Pelourinho, columna donde  se exponía a los detenidos por crímenes o robos.



Frente al Ayuntamiento está la Iglesia de la Misericordia y a un lado el teatro.

En la zona sur está la zona verde más grande de la ciudad: el jardín del Lago.



Y también el Serra Shopping Center, donde cenamos esa noche.

Al día siguiente, tras un desayuno contundente, nos dirigimos a la Serra da Estrela, conocida como “el tejado de Portugal”, la más occidental del Sistema Central, que forma parte del Parque Natural del mismo nombre, la mayor área protegida del país.
El origen de la zona es glaciar y en el paisaje predomina el granito, erosionado por la acción de los glaciares. Además es el lugar de nacimiento de los principales ríos portugueses. Hay multitud de lagunas y lagos y Torre (1993 m. ), es su máxima altura y la máxima del Portugal continental.
En lo más alto, están: la estación de esquí Vodafone, un vértice geodésico que hace que la altura llegue a los 2000 m, una torre que sirve de oficina de Turismo, los antiguos radares de la Otan y varias tiendas donde se venden productos típicos de la región. Los alojamientos más cercanos están subiendo , a 10 minutos, en Penhas da Saúde.






Estuvimos paseando  por las alturas y Oscar no pudo resistir la tentación de estrenar un nevero que quedaba todavía y que casi hace que lo “perdamos”, deslizándose hacia un pequeño precipicio.



A la bajada paramos en el mirador de  Nostra Senhora da Boa Estrela, tallada en bajo relieve sobre la roca, de 7 m. de altura, como homenaje a la Santa protectora de los pastores. Había una subida muy pendiente y de varios escalones para llegar  hasta allí y solo María se decidió a subir, porque el calor sacó la parte más vaga de nosotros. Alrededor, todo columnas de granito, redondeadas por la erosión del viento.




Volvimos a Covilha, donde había mercadillo, dimos un pequeño paseo y Oscar dudó si llevarse una moto que había, para Pepe…


Como ya era hora de comer , fuimos hasta Tortosendo, a las afueras de Covilha, a la Quinta Da Hera, que nos habían recomendado. Un restaurante moderno, dentro de una quinta llena de jardines, y rincones preciosos, con un servicio de gran calidad. No solo disfrutamos de la comida, sinó del vino verde y del fantástico bufete de postres…





Después de comer salimos a la terraza a disfrutar del café , mientras María descubría los rincones de la Quinta.



 Tras la sobremesa con puro incluído, nos dirigimos hacia una de las aldeas de Portugal, la que fue votada por los portugueses como la aldea más portuguesa en los años 70: Monsanto.
Está situada en la vertiente del Mons Sanctus de 758 m. de altura. Encarna lo más auténtico del alma portuguesa por sus tradiciones, su ubicación y el carácter de sus gentes, muy agradables, como pudimos comprobar.


A la entrada encontramos la iglesia de San salvador.
Su castillo, reconstruído por los templarios en el siglo XII, corona el pueblo y a su alrededor cubriendo las laderas, las típicas casas que aprovechan los pedruscos de granito para sus paredes  de piedra ; en algunos casos un único bloque forma el tejado por lo que se dice que las casas son de “una sola teja”; las sinuosas calles empedradas hacen difícil la subida hasta él, que tiene su recompensa al llegar a uno de los miradores más espectaculares de la región.







Subiendo encontramos entre otras cosas, la Fuente do Ferreiro, en cuya placa dice que “ el agua de esta fuente ha quitado la sed a oscuros héroes”. También una gruta, un horno y algún restaurante.




El castillo conserva sus murallas, el patio de armas y dos torreones. Dentro de las murallas, está la Iglesia de Santa María do Castelo, reconstruída sobre otro antiguo edificio religioso de los templarios. Tiene dos puertas, la de la Traición y la Principal y se levanta de forma irregular, inclinado sobre las rocas.







 Hay también un enorme vértice geodésico, una cisterna, la Torre del Homenaje y la Casa de los Gobernadores.




Aquí parece que el espíritu de algún sanguinario caballero se apoderó de nosotros a juzgar por el comportamiento de algunos…




En el exterior, está la Capilla de San Miguel , románica del siglo XII, con su torre separada, sin techo, con los canecillos medio borrados por la erosión, su portada de arcos de medio punto y a su alrededor varias tumbas antropomorfas, donde enterraban a los caballeros en tiempos de la Reconquista. La verdad por el tamaño, no parecían muy grandes…



Pero como ya dije, lo mejor las vistas.



Una señora del pueblo nos contó su leyenda: la población resistió un largo asedio de 7 años, no está claro si de los romanos o los árabes; sus habitantes, ya sin alimentos, lanzaron  a sus sitiadores una ternera bien cebada y éstos convencidos de que tenían una buena despensa, levantaron el cerco. Esto se conmemora en la Fiesta de la Santa Cruz, donde unas muñecas hechas a partir de una cruz y vestidas con telas de colores, las marafonas, se llevan a la Iglesia. Las gentes del pueblo las confeccionan artesanalmente y las venden por las calles.



Por fin nos despedimos de Monsanto, recordando el dicho popular: ”Nunca se sabe en Monsanto, donde las águilas rozan con las alas, si la  casa nace de la roca, si la roca nace de la casa”.
Como llegamos tarde y aquí todo cierra temprano, nos acostamos sin cenar. Así que al día siguiente, el desayuno fue doble.

Nos dirigimos hacia Aveiro, la llamada “Venecia Portuguesa”; Es una Mini-Venecia por sus canales que atraviesan el centro de la ciudad dándole una gran belleza, junto con el barrio viejo de “Beira Mar”, que alberga la esencia de la historia de la ciudad, donde se conservan las tradicionales casas de los pescadores y los almacenes de sal de la Ría. El aire antiguo de la ciudad, se mezcla con la modernidad de la vida universitaria.





La ría de Aveiro, es una ría de la Costa Atlántica, que se extiende paralela al océano, con casi 45 km. de longitud y 11 km. de anchura. Surgió como resultado de haberse retirado el Océano con la consiguiente formación de costas y litorales, a partir del siglo XVI…
Cuando llegamos, dimos primero un paseo por la Plaza de la República, donde está el  Ayuntamiento y la Iglesia barroca de la Misericordia, con los clásicos azulejos. La nota moderna la pone una estatua formada por caras del escultor Portugués, Luis Queimadela. El suelo destaca por su decoración inspirada en el mar y la ría y así es por las calles típicas, como nos fijamos paseando.






Después fuimos a ver el Canal Central, donde disfrutamos del paisaje multicolor de los “moliceiros”, las embarcaciones típicas de aquí, parecidas a las góndolas, que antiguamente servían para recolectar algas para el ganado y para el abono. Las guía un “timoneiro” y actualmente se utilizan para paseos turísticos.



Están decorados con escenas que hablan de la vida cotidiana, a veces con un doble sentido, un poco picante…




Decidimos dejar el paseo en moliceiro, para después de la comida, así que nos dirigimos hacia Costa Nova Do Prado, a unos 12 km., un pueblo con un encanto especial, que le dan los “palheiros”,casas que los pescadores construían para guardar sus aperos y que ahora son restaurantes especializados en pescado o  utilizan de vivienda los turistas,  pintadas con rayas verticales de colores vivos.




Comimos frente al Paseo Marítimo, en la Canastra O Fidalgo y después dimos un pequeño paseo hasta la playa, un extenso arenal, salpicado de dunas, que tiene el mar por un lado y la ría por el otro.






Desde aquí divisamos el faro de Aveiro, en la Praia da Barra, construido en 1893 y considerado con sus 62 m. uno de los más altos del mundo. Está pintado con franjas horizontales rojas y blancas y es uno de los símbolos de la playa.




También se ve la Iglesia de la Sra. De ApresentaÇao, a la entrada del barrio de pescadores, con forma de hexágono y su torre separada, que destaca en el paisaje.






Había muchas playas cerca , pero ya era hora de volver para nuestro paseo por la ría.
Nuestro guía era muy agradable y los 45 minutos del viaje, se hicieron todavía más divertidos.




Salimos del Canal Central y enseguida vemos la antigua Capitanía, que comenzó como un molino de marea y ahora es el Salón de la Asamblea.


Llegamos al Canal do Cojo y vemos de frente, la antigua fábrica de cerámica tras los Cais de Fonte Nova (muelle),  hoy centro cultural  de Congresos y a un lado, el llamativo Hotel Meliá Ría





Damos la vuelta y volvemos atrás, hacia el Canal das Pirámides. A un lado queda la antigua casa de verano del dictador Salazar.





Después seguimos por Canal Sao Roque, dejando atrás el pequeño Cais Mercanteis.



A lo lejos ya se divisa el puente circular peatonal, diseñado mediante un círculo de 26 m. de circunferencia, y situado en la confluencia de los canales Botiroes y San Roque.



Pasamos bajo el Puente Dos Carcavelos, punto de unión entre las salinas y los almacenes de sal para salvar el canal de San Roque. Todavía queda una salinera en las orillas en funcionamiento. El actual puente tiene un diseño parecido a los antiguos venecianos, y está decorado con azulejería portuguesa y el escudo de la ciudad.






Damos de nuevo la vuelta cuando llegamos a unas esclusas. Creo que antes el viaje era más largo, aunque también más caro. Dejamos a un lado el Cais dos Botiroes, la zona más vieja,en el barrio de Beira Mar, con sus casas de gran colorido y volvemos de nuevo al Canal Central.



Ahora paseamos por la calles, admirando los edificios Art Nouveau, como la Casa Do Major Pessoa,  las  casas de pescadores con los azulejos distintivos de toda la ciudad, las Iglesias, teatros…y las múltiples confiterías que venden los “ovos moles”, el dulce típico Aveirense.






Nuestra intención era visitar desde aquí Coimbra u Oporto, pero se nos iba a hacer muy tarde, así que volvimos hacia atrás para conocer Guarda, la ciudad más alta de Portugal, fundada por el rey D. Sancho I en 1199 a la que otorgó estatus de ciudad.

Desde lejos ya podemos admirar una vista de toda la ciudad cuyo casco urbano ocupa ya casi todo el monte que le sirvió de defensa natural contra los diferentes invasores. Es una ciudad llena de callejuelas medievales empinadas y estrechas.





Aparcamos en la Rua Alves RoÇadas y María aprovechó para visitar la Iglesia de la Misericordia, barroca del siglo XVIII, de fachada blanca y con varios altares inconfundiblemente portugueses.



Nos acercamos a la entrada a la judería, pero decidimos seguir hacia la Plaza Vieja, rodeada de edificios con soportales, con grandes escudos nobiliarios, y destacando la imponente Catedral gótica (s XIV-XVI), descrita como una gran “Sinfonía de Piedra”. Desde lejos se confunde con un castillo.




Empezaba a oscurecer, así que buscamos un sitio para cenar y descubrimos “A Floresta”, con una decoración muy guapa y donde nos llamó la atención una factura enmarcada con un montón de años…De hecho es un restaurante familiar, de comida típica portuguesa, que presume de ser el mas antiguo.





Cenamos muy bien y volvimos a Covilha, donde estuvimos viendo las fotos en el hotel.

Al día siguiente, tras el desayuno de rigor, comenzamos el viaje de vuelta haciendo la primera parada en Ciudad Rodrigo, ya dentro de España, declarada Conjunto Histórico-Artístico. Es también una ciudad amurallada por su condición de ciudad fronteriza. El  perímetro de su muralla supera los 2 km. y conserva 7 puertas de las 8 originales. Se conserva prácticamente intacta con sus fosos, cañoneras,etc.



Cuando llegamos había mercado y aparcamos en el patio del antiguo cuartel de artillería, junto al Centro de Interpretación de la Ruta de las Fortificaciones, y nos mezclamos entre la gente .


Primero paseamos por la Plaza Mayor, con el Ayuntamiento en un extremo, renacentista del siglo XVI y llena de Palacios y casonas, como la Casa del Marqués de Cerralbo, con un friso plateresco que recorre su fachada, medallones pétreos y  escudos de armas. Y la Antigua Audiencia y cárcel, ahora un hostal.







En la esquina se ve la Iglesia de la Tercera Orden, relacionada con los Templarios.




Seguimos hacia la catedral de Nuestra Señora de Santa María, una joya construída a caballo entre el románico y el gótico.






Pero hay varias Iglesias diseminadas por la ciudad, rivalizando con la Catedral, como la Capilla de Cerralbo, cerca de la Plaza del Buen Alcalde, donde había un mercado y estuvimos paseando un rato.



Seguimos caminando y pasamos ante la Casa de los Vazquez del siglo XVI, ahora Correos y por último salimos por un lado de la muralla para volver, que se nos hacía tarde.




Decidimos continuar hasta Villamanín, para darnos un homenaje de comida-merienda y después de reposar, continuamos hasta Oviedo, a la “sede social”, para comentar un poco nuestro viaje.





En total, fueron unos 1700 km, bien aprovechados, aunque como siempre, quedaron cosas sin ver…En otra ocasión…





Para ver el resto de las fotos pinche en la foto pequeña :




Picasa Portugal